Aquellas golondrinas
que trajeran la aurora
van y vienen volando
mientras pronuncio tu nombre
que el abandono me ha dejado:
Hablo cual lobo perdido,
alejado de la manada,
errante por calles y montañas
cubriendo las heridas
con las hermosas palabras
que en arrullo me decías.
Solo son vanos recuerdos...
Y sombras... Cuando la alegría
se vestía en tu cara
y embelesaba la mía;
así la caricia perpleja
se refleja ahora en mi mundo
como caricatura pasada
y confundo las historias
en la declinación de verbos...
Pasado, presente, futuro...
Todos en su propia magia
me hablan de tu arrogancia
y me dicen que solo existes
si pronuncio una palabra.
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