Ave de paso,
trepadora,
admiro tu cuerpo manso
al tiempo que me devora
la serpiente de vocablos
esparciendo su espiral
por el rastro de la verdad
al renacer
la aurora.
Soy sensible al desmayo
en ese lamento de tormenta
como alimento al rayo
y a la libertad lenta
para los seres humanos.
Personas que todos conocemos,
al rebasar el portal
nos miramos
con mente abierta,
seducimos la boca en su extremo
y acariciamos la roca muerta
como calaveras
de voz desierta
estrechándonos las manos.
Quiero vivir el aroma,
el olor imaginado,
sin coronas,
despierto,
simplemente a mi bola,
en ese detalle que asoma
entre la fauna
y la flora.
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