Es en el coraje dulce
de las madres despiertas
donde corrijo apuestas
por estos valles y sus laderas,
por estos ríos sin cadenas,
por esta lluvia que moja pastos;
y me detengo en las bocas
con sus sonrisas de malicias llenas
y palabras huecas...
Por un silencio que lleve el viento
te dibujo caras y siento
el arrullo al niño breve
que está creciendo a la vida,
como cachorro humano,
trayendo su llama prendida.
Así alumbro el misterio
de los primeros años al Sol...
Jugando, soñando encuentros,
y poseyendo el mayor tesoro
que se escribe en el ababol,
en una flor pequeña y tierna,
vanagloria de la tierra extrema,
en la encrucijada de un poema,
con la existencia limitada
por el sonido de tu voz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario