Déjame ser el tesoro
de tus momentos hermosos,
la lluvia en la sequía,
el cariño en los sueños.
Déjame abrir tus labios
en un beso que adivine
el principio solidario
de nuestras pasiones afines.
Y déjame volar cual ave
a las ramas de tus brazos,
que sea la caricia suave
en la sobriedad del lazo;
que quiero pues tu dulzura
antes que cualquier atraso
me enfrente a la locura
en la magia del fracaso.
Déjame ser el tesoro
de ningún misterio oculto,
que de ti nada ignoro
para llevarme luego un susto;
te noto alegre y sincera,
refugio de primaveras
al aire de la brisa,
aguardando, a la espera
de la mejor de tus sonrisas.
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