Al umbral del embarazo
busco la salida sublime
del perfume en la piel;
a razón de ser fiel
ando reforzando el trazo
del garabato que me deprime.
¡Qué decir de la duda!
Cuando la caricia estimula
contornos,
y en el abrazo
se refleja impávido aquél
a quien derrotó la burla.
No hay espacio a la queja,
bien dices que no lo hay,
mientras el mundo aconseja
al suspiro, un breve ¡ay!.
Y que se rompan las ataduras
antes incluso del tormento;
en agua y fuego la locura
para combatir el momento
hecho en el detalle del beso.
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