Vuelvo a la vanagloria
de un estado sin historia
que nunca creyó ser
mundano
y regaló pues la gloria
a los habitantes humanos;
creo al fin en la victoria
de los corazones paganos
que se mueven en la escoria
pero nunca entregan las manos.
Vivo el rito del silencio,
emerjo la voz
y empiezo
a recitar mi rezo;
envuelto en la luz del misterio
para acabar en el sueño
de un futuro
suave y risueño.
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