Porque río en desatino
en el follaje del valle
miro a buscar un duende
poseedor de un tesoro
que me señale
el destino,
me regale monedas de oro
y se implique en el detalle
de mi corazón
herido.
Herido en el desaliento,
en el rostro,
sin dejar huella
que pueda borrar el viento
cuando se apaga una estrella;
el dolor va por dentro,
no aparece en mis sueños
el personaje
del cuento
y temo caer muerto
al instante del encuentro
esta ingrata primavera.
Mientras,
camino solo,
se hace dura la espera....
Solo veo robles,
hayas,
chopos...
Mi zancada por la senda
es tremenda,
se hace inútil,
sin aparecer un nomo.
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