Crece la espiga
y tú con ella floreces,
ababol delicado y suave;
con grata alegría
traes el breve rojo
de tu cálida sonrisa
y hermosa.
Dejas un poco la caricia
y soplo sobre tu boca,
labios que son los pétalos
afines al beso del solitario
mientras hurgo en los estambres
estallando en entusiasmo
y corrijo mis manos sedosas
para deleite de tu sombra,
del cuerpo que me provoca
el amor hacia mi amada.
Mujer de bella mirada,
si fueras como la amapola,
sencilla y tierna, lozana,
te abriría mi corazón de golpe
como se abren las ventanas
al despertar de mañana
para decirte que mi pena
es no conocer tu morada.
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