Sigo el sendero blanco
que me lleva a la orilla
de tu memoria prendida
al aroma de la rosa.
Ando dibujando el paso
mismamente del encanto
que atrapa mi mirada
en tus azules pupilas,
creyendo en la fragancia
de los amaneceres mansos
mientras me vence la magia
del susurro con que me animas.
Porque recorres el surco
de mis labios con tus labios
y es llama lo que adivinas,
te recreo en el beso
cuando no en otra caricia;
eres como la flor viva
en medio de la diadema
que corona tu frente,
y tienes por olor el suspiro
de las amantes que viven
la candidez en los ojos
saboreando una copa de vino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario