En la vorágine del llanto
va escrita la respuesta
a un rumbo que despierta
la quietud del espanto.
Tengo miedo a la vida,
ser semilla inerte,
pesadilla y más fango
de poder y no tenerte
en el umbral del abrazo;
quiero y no puedo verte
dulce y serena al ocaso;
soy pasajero que pasa
los pasillos del fracaso,
libélula que vuela rasa
hasta las aguas de un charco.
Y voy sembrando dudas
de libertad y sentimientos,
buscando el la más menuda
el respirar humilde del beso.
Crecer y ser deseo,
acaso de turbios pensamientos,
para disfrutar del viento
que me embarga por momentos.
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