Oí el canto del pájaro
más triste que de costumbre,
lo oí en el campo apagado
cual un silencio remoto
como si no pudiera alado
alcanzar en vuelo la cumbre
con sus pensamientos rotos.
Pájaro... Ya no hay auroras
con sus hermosos colores,
ya no hay tiempo ahora
para disfrutar los olores
de las rojas amapolas...
Ya no hay tiempo...
Cuán marchita la flora
malvive en esta tierra
mientras el llanto nos devora
desde la montaña más seca...
¿Qué queda de lo verde...?
¿De los sueños qué queda...?
No creo en el destino
de los atardeceres sombríos,
pero cuando la luz se pierde
¿merece la pena pensar
si no estamos también perdidos?
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