Ya no busco en la luna
tu cara asida al llanto,
no busco en el astro
huellas a una primavera,
confundo la nube
que vela
los rostros ante una estrella,
y sumerjo el rastro supremo
de quien no encuentra
camino
al amparo del otro.
Voy de lado a lado
descubriendo
lo ignoto,
me refugio
presto en el barro
para parecer más sabio
de torpe como me noto
al acariciar tus labios
en la entrega del beso.
Llamo a esa puerta
grato
del leve racimo ansiado
al hondo sabor prohibido,
tengo... por así decirlo,
el entusiasmo en la boca...
De tus pupilas azules
brota la luz más loca
y me gustas... Cuánto te estimo.
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