Cuesta... Sí que cuesta
perdonar en caliente las ofensas,
hacer borrón y cuenta nueva,
cuando en falso
te condenan.
A veces las palabras hieren,
y el espíritu se estrecha
hasta el vómito
de una flecha
en la garganta que muere
al contagio
con la lengua:
Qué decir de la mecha
prendida en el desatino,
acaso la vida es...
bramar insultos
dibujando espinas en el destino
del semejante... Es delirante
cotejar al cielo
tales abrptos
por muy tolerantes en sustos
viviendo el momento en pena.
Cuando digo vocablos malditos
por la serpiente que se enreda,
hablo de las lenguas
sin nombre
dispersas en verter en los hombres
el líquido de sus vergüenzas
allá donde mora
la pereza.
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