Por un pedazo de amor
me envolví en la envoltura
del deseo de tus pupilas
que miraban desde un cielo
apostando por la maravilla
de unos ojos profundos y negros...
Y dónde voy ahora yo...
Mismamente a la locura
despertando en tus sueños
de bruja calculadora y alegre...
Dispuse del pecado breve
envalentonado de caricias
e imaginé una nube
como almohada majestuosa
de quien sucumbe en la cumbre
al contemplar una rosa
que en la pasión se despoja
de adornos y otras hojas,
y muestra el rostro suave,
inmaculado en el detalle
del vuelo de una mariposa.
Ayer lo fuimos todo...
Hoy nada... Pero perdono
las sombras del abandono
porque en el fondo
sólo somos dos solitarios
viviendo la soledad
pringados de lodo
donde se funden los labios.
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