Sobre los chopos llueve
el recuerdo del cariño,
la luz que nos envuelve,
el rayo del destino.
Y sentí la caricia de niño
entre juegos traviesos,
sentí en el menor esfuerzo
la brisa que me acompaña
una cálida mañana
en los espacios abiertos.
Me sumerjo en la bruma
lejos de la triste
hambruna
que reflejan los espejos.
Apenas soy solitario,
camino de paseante
en el mísero instante
que despierta el sol
del sueño.
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