Rompe una gota en tu boca
caricia del sutil beso
entre los labios que invocan
la despedida del verso.
Tienes encendida la llama,
triste enojo amargo paso
bajo la brisa que clama
el devenir del ocaso.
Quejido de dos amantes
hundidos en la miseria
de retazos elegantes
y existencia al rato seria.
No vas jamás a la gloria
franca calma de lluvia,
paseando justo Vitoria
con tu cabellera rubia.
Pasa junto a los años
que te rebasan de calles,
la marcha llevada antaño
al corazón del detalle.
Y lloras entre la arruga,
asomando entre tu frente
y la duda del ausente
buscando siempre la fuga.
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