Distinguí en la noche el vuelo
de un murciélago
ratonero,
noté la claridad
de la luna
en la magia del lucero.
Fue como un clamor
que se adivina
en una calle cualquiera,
fue luz divina
en el fulgor
de la espera;
caricia en el vidrio,
espejo que en resplandor
se destina
al final de una esquina.
Y temo no ser sorpresa
al reloj
de una princesa
ávida por encontrar su rana;
no soy peor ni mejor
al deseo de una mañana,
soy un poco de todos,
momento que en estos lodos
espero de madrugada.
Siento lo que siento,
incertidumbre de pájaro
volando a ras de suelo
llevando la muerte en las alas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario