Me agoto de recuerdos
un claro acontecer
diario,
espabilo sin pensarlo
en una pesadilla corta
deambulando
por el armario
hasta reconocer la ropa;
hay un ayer de derrota
cuando pensé en tus labios,
creí en la proyección
de los cuerdos
mientras el camino se acorta
temblando el ansia solitario.
No soy quién para decirte
vuelve donde dulce
lo dejamos,
si tienes falsas ganas de irte
lejos de ataduras y amos.
Es tu deseo morirte
donde florecen
los álamos,
en un claro de bosque triste
entre los helechos blancos,
ser murmuro de un chiste
mientras te devoran
los gusanos.
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