Riachuelo que se ríe
en el vale a la caricia,
a los dedos de mujer,
tienes ansia a la delicia
de unos ojos
que no ven.
Mírame en la sonrisa
detallada de tu boca,
hazme sentir la brisa
del cariño en la roca;
suave e innato destello
de tus pupilas hambrientas
sumergidos en la tormenta,
haciendo de lo ingrato
bello
pasaje grácil del vuelo
mismamente de un cometa.
Hago caso pues del cielo
respirando sin respiro
la nube del ángel caído
al frío lazo del suelo.
Apenas noto la noche oscura
busco próxima la aurora
que me devuelva la hora
donde desterrar la locura
de la naciente espera.
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