Micro-relato.
Me encerraron en una habitación luminosa, a no tardar apareció un gran perro que se me acercó y olió por entero, yo estaba entre asustado y contento, y al rato entró otro perro, éste más pequeño, que hizo la misma operación: olerme. Luego jugamos los tres, estábamos alegres, al fin y al cabo también yo era un perro que habían sacado de la perrera y adoptado estas Navidades, y mi intención era no defraudar a mi nueva familia a la que poco a poco comenzaba a conocer.
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