Encuentro amargo el sueño
en el enredo cotidiano,
a veces pienso en humano
las pesadillas sin dueño,
y giro hacia el extremo
de la existencia sombría,
giro a los aledaños
de una sonrisa
sin ser la mía.
Calles donde confluyen
personas y sus rosarios,
las que no escapan
huyen
en su paseo solitario;
andantes y ermitaños,
ríos que llevan la vida
al encuentro de los años
destapando suaves
la herida
encrucijada del pasado.
Vivir es lo que quiero
despojado del orgullo,
desmerecer el dinero
y mezclarme en el arrullo
de una mujer...
Lo primero
dando pábulo al deseo
de unos labios
siendo los tuyos.
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