en la puerta de madera del almacén de la panadería. Desistió de tan exquisito manjar y se mezcló con la oscuridad.
Besó su boca desnuda, notando sus pupilas ardientes, mientras sus manos temblorosas, suaves, le acariciaban el cuello, los brazos, las mejillas... Se alegró por haberse escapado el ratón, quizá, pensó, a su amada le produjeran náuseas el besar una boca que apestara a ratón. Susurros y más susurros... Caricias y más caricias... La criatura más hermosa del mundo, de la calle, de su mundo... Hasta mañana. La llave encontró hueco en la puerta del portal número 4, y la criatura más hermosa del mundo... se pierde tras ella, tras una sonrisa. Un joven abandona el lugar por donde llegó.
Y desde la ventana, Alfonso Gonal todavía saborea los besos de su amada. Luego, hece sonar la campanilla que descansa sobre la frazada que cubren sus rodillas. La puerta de la habitación se abre lentamente, la muchacha se acerca y, él, mira hacia el portal número 4 y pronuncia un débil, hasta mañana. Su hermana cierra la ventana y, después, conduce la silla de ruedas hasta la cama, y, después, le ayuda a acostarse.
Buenas noches, se dicen.
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