Mansa y serena,
dulce voz
para el poema
que empalaga de miel
la boca del goloso
y lleva
de la sombra el gozo
en medio del carrusel
aquél de los años mozos.
Fiesta y jolgorio apenas
para subir
por el chopo
y encaramarse a su cima
buscando el atajo roto
por el verso y su rima.
Qué hermosa verbena
hecha de música y baile
donde de bellas
muchachas
parecen surgir sirenas
provistas del beso,
y nadie
escapa a sus caricias.
Es una gran noticia,
me enamoré aquella tarde
encontrándome con la brisa
y las manos
en tu talle
para mostrar a los vecinos
las brasas que ahora arden
en el brasero de mi destino.
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