No contemplaré el espectáculo
de la televisión
itinerante,
no miraré la muerte
con ojos
de espasmo
porque perpleja queda mi mente
donde el bruto diamante
pierde la fuerza
y el entusiasmo.
Queda en el mundo
el daño,
el mal perverso entre humanos
desafiando al sentido común,
ejercitando el caos y la repulsa
en el marco adverso
de una trifulca
justo reclaman las manos.
Se muestra al otro por enemigo
allá donde el error pervierte
la acción de quien está presente
en el camino
al desatino;
y te engaña la serpiente,
porque no en vano es tu destino
y ni tan siquiera
buscas otra suerte;
alegre deambulas
entre la sangre y el vino
para desoír el eco de los ausentes,
el espíritu del sueño divino,
antes de admitir la propia muerte.
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