Del piélago profundo
desnudo va el vagabundo,
náufrago entre la miseria
sin elevar la pena
al dios santo
de este mundo.
El Universo
se vuelve condena
cuando no hay manos
para asirse
a esa cuerda
que lleva del pozo a la Tierra
merecedora del ser humano;
por lo tanto
recuerda
a quienes anduvieron cerca
del laberinto mundano
y no se atrevieron
en vida
a abrir osados sus puertas,
recuerda
a las mujeres muertas
por un puñado de monedas
en las fábricas malditas
de los cinco continentes;
porque pasarán factura
a la locura
de los pudientes,
y el interés será la muerte,
segundo a segundo,
minuto a minuto...
Hora a hora,
hasta la libertad de las gentes.
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