Es en la derrota
donde brota mi locura,
en esta ciudad maldita
de callejuelas oscuras
y aceras inmundas;
ya no basta el verso
para sentirme seguro
de la huella extraviada,
des rastro desterrado
entre pasos de orgullo,
en el hedor del apestado
confuso en un suspiro.
Solo... La gragea de cianuro
me ofrece una respuesta
para apartarme del mundo
con las miserias a cuestas
y hurgar en lo más profundo
tras mi imagen despierta.
Pero soy cobarde al reto
de huir con lo puesto
a profundidades extremas...
Acaso de este sueño,
pesadilla que os cuento,
me saque el último poema.
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