Es en la lejanía,
en el horizonte blanco
donde brotan manantiales
y escasea el llanto.
Tierra prometida
¡allá vamos!
si estás aquí
ante nuestros ojos claros,
en la caricia de las manos...
Verdes valles,
ríos mansos,
bosques verdes,
la vida entre el barro,
entre la arcilla que nos moldea,
al hombre y al ermitaño...
Hay un dios que se esconde
a la mirada de los extraños,
aquí, en el bosque, la luz
es tenue y de rayos blancos;
hay un dios que no responde
a la oración ni al canto,
tiene tendida su tienda
en la espesura del claro
huyendo de las tinieblas
esparciendo su corazón santo...
Pero no responde
es lluvia de llanto.
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