Sed de agua y de viento,
sed que encadena
entre pecados... Los tuyos...
Y enaltece el sufrimiento.
Sed entre sedas,
un mar sediento
que evapora sus aguas,
las almas que lleva dentro
mientras por fuera llora
al despertar otra aurora
la gota de nuestro encuentro;
justo desborda el vaso
de la flor en su capullo
y noto breve el arrullo
del canto que me devora
al ver cumplir las horas
relegando atrás los pasos
como si fuera un payaso
de pocas luces y muchas sombras.
Es castigo de los cielos,
el verme por momentos ciego,
y no saber caminar
ni a gatas como un niño,
ni a cuatro, ni a dos ni en el mar.
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