Presagio en noche mansa
la luz que me devora
al alzar los ojos tristes
en medio de la suave flora,
transito al abandono
de la palabra necia,
si me equivoco ahora
apelo al semblante sereno
de las ausencias vivas,
y pronuncio el nombre
del otro para aplacar la ira
que deambula por mi senda.
Espero ansioso la aurora
para corregir mis pecados,
que son de muerte
más que de vida,
antes que me coman los gusanos
y no pueda acariciar mejillas
que siempre imaginé sombrías
en un atardecer cercano.
Acariciar mejillas es lo que deseo
cuando fallan las fuerzas...
Al acecho me conformo
solamente con un beso.
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