Florece que no es poco
la rosa en tu jardín,
cuando palpito vida
y está encendida la luz
del Sol que nos despierta;
mientras conozco la meta
que nunca llega a su fin,
y dispongo del recuerdo
de ese rostro alegre
que a veces nos hiere
sin dejarnos nunca sufrir.
Florece la rosa en tus labios
cuando el beso establece
la línea que no haz de pasar
a la caricia de dos solitarios,
dos semejantes que hablan
del amor y de la delicia
porque sienten como amantes
la pasión y se entregan...
Entregan el silencio al viento,
los dedos al abandono
y arrullan en cada gesto
la calma de su tesoro
que no solo es secreto
sino deambular al anhelo.
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