Quiero ver la luna
en la noche mansa
de los claveles rojos;
quiero ver tus ojos
lejos de la lágrima
despierta en la aurora,
y descifrar mis penas
que se evaporan frescas
cuando te contemplan
en plena armonía del sueño:
La luz alumbra tu rostro;
la sombra engulle mi alma,
y en medio de la palabra
me viste un nuevo poema
que despacio me trae la calma
para dibujar un garabato.
Y te contemplo tierna,
del espliego queda la llama
que devora las ramas del tiempo,
y queda el momento grato
en que besas trémula mis labios;
porque te conocí en el llanto
de la batalla por la vida,
y me trajiste un mar alegre,
me diste vivir el día
de la flor que crece en el campo.
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