domingo, 2 de septiembre de 2012

LLEGASTE CUAL SOPLO FRESCO

Llegaste cual soplo fresco
a mirarme en plena calle,
tu sonrisa que anunciaba
entre sonrojo la brisa
me cautivo al primer instante.

No era lo que decías
sino lo que insinuabas callada,
me atrajo de ti al momento;
tenías cual alas al vuelo
del pájaro que no tiene miedo
a expresar lo que siente;
dejé de pensar en mis cosas
y te vi diferente a otras.

No podía ser cierto
criatura tan hermosa,
alegre, como la aurora alegre,
inteligente como las rosas;
te confundí en mi mente
para disfrutar de tu presencia,
y corto se hizo el viaje
de la mirada traviesa;
tu candor de niña buena
prendaba mis pensamientos
en el trajín de las horas.

Hermosa, tierna princesa,
por qué nuestro tenue encuentro
no fue del agrado del viento
que en aquellos momentos soplaba.
Te quise dar la vida,
romper en pedazos el silencio,
tratar con la palabra
las caricias que llevas dentro.
Pero cuando el azar no quiere,
sólo hay margen al sufrimiento;
te tuve en los labios
a la altura del beso,
pero cuando el cielo no quiere
no hay futuro en el tiempo.

Y nos separó mi locura
de andante caballero
que va solo a la aventura
de subsanar entuertos.
Pronto se hizo ancha la distancia,
el amor nunca perdona,
las ansias por no perderte
me llevaron a la agridulce alegría
de quien tiene una amiga
dispuesta a hacer suyos los sueños.

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