Despierta la piel al viento
rota tristeza que es la tuya,
de la fiera que se enreda
en la red de una tormenta
hasta sentir el líquido
en la garganta,
el espacio que perdura
más allá del horizonte.
Cuesta pronunciar tu nombre
cuando un pájaro
de negro plumaje
vuela el alimento al nido;
eres la fuerza del cautivo
que espera romper
las cadenas
en otra orilla de un río,
desmenuzando la pena ingrata
como esparce la sangre
por las venas
sufrimiento
de quien
no tiene nada.
Sólo invoco tu nombre
para hacer
más dulce
la palabra,
me sumerjo en tu cuerpo de olvido
para encontrar antes la salida
de este extraño
laberinto;
un recorrido manso
ante la duda
hecho de encajes...
Y acaricio tus cabellos.
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