Atrás queda lo oscuro,
en un rincón del abandono,
lejos de la luz y el adorno
de una diadema en tu frente;
próxima ahora la palabra
con que pronuncias el norte,
alegras con dulces caricias
los colores dibujados
en tu mente;
vivencias de lo cotidiano,
respiras por los ausentes
el aire sutil... El aroma
de la sonrojada
amapola
sin mostrarte distante
al susurro de las gentes;
reafirmas el paso en la calle
como promesa que vuela
al encuentro con la nube,
de repente
vas y subes
al jolgorio de la lumbre
iluminando el espacio
situado en el detalle
en esta tierra de espera:
Nunca como hoy vives
la noche con sus estrellas.
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