lunes, 15 de agosto de 2011

DE LA DULCE LUZ INVOCO


De la dulce luz invoco
el grito de los locos
hecho de palabras necias
al margen de la existencia,
que me lleva a la derrota.

Y aún así me inmolo
en la pira de un manicomio:
el llanto que no perdono
brota como en cascada
del sufrimiento supremo
que no corrige la espada,
y me disperso en la duda
del infierno presente,
pronuncio el nombre propio
y el del otro ausente
para sabernos reclusos
de una prisión de silencio.

Ya me confunde la vida
en el aroma y en el brillo
de una grave fragancia
maquillada por el suspiro,
llevándome a la ignorancia
de un mundo que no es el mío.
A pesar de todo... Vivo.

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