Vuelvo a los matices,
al claroscuro de esas pupilas
envuelto en tonos grises
al despertar la aurora
sintiendo que hoy y ahora
la magia de los colores
me devoran en lo más triste
que anuncia suave la flora.
Y mira que no son ganas
de descabalgar a un caballero
pero en éste deambular de calles
no soy quien ansía el cielo
en merma a sus facultades,
sino quien advierte el suelo
para continuar los paseos
en busca de los detalles
hasta conseguir el beso.
No soy... No... Un conejo
encerrado en su madriguera,
soy humano... Cada día más viejo
en el deseo de la espera
para cotejar el brillo de un lienzo
aún a sabiendas que estoy afuera
abriendo los ojos al sueño.
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