Lágrimas de Luna
para los poetas locos
que lloran en las noches
en su refugio de vida;
aroma para la caricia
con las palabras fundidas
entre blancas paredes
al comenzar el día.
No os señalo adrede
en la lucha del laberinto,
en un antes y un después
que pasa de atardeceres
y confunde su lumbre
en unos ojos vivos por prender.
Ahí están los versos, sin sorpresas,
buscando hollar caminos
entre lo clásico y lo moderno,
y aun cuando resultan gratos,
a veces, en lo más perverso
condicionan al hombre un rato
encaramados a su locura.
Porque hay locos... Y locos.
Y nos resulta breve, tan poco
creer en nuestros fantasmas...
Por eso batimos palmas
alegres ante las condenas
que a duras penas invoco
contemplando las estrellas.
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