Asomo al embargo el silencio
en el espacio
que transmite la duda,
voy por el sendero despacio
abierto a los males
del orgullo
y siento como discurre la vida
un rato de torpe embrujo;
quise ser ágil riachuelo
esparciendo grato sus aguas,
pero me vi en el dilema
de confirmar la travesura
en el fondo del bosque;
a veces pienso,
soy serpiente
riendo la cruel amargura
del hombre temeroso
en un invierno de hambruna;
pero aún creo en la gente,
en su disposición afable
del enamorar distante...
Creo en el arrullo,
en la caricia sin pretensiones
envolviendo la claridad
naciente
en medio de los corazones
que dispersan los diamantes.
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