Te quería en silencio,
en medio de la sonrisa
y de tus ojos despiertos.
Era todo maravilla,
fulgor de luz y alegría,
columpio claro en el día,
recreo contigo que compartía;
era la noche que brilla
su luna en armonía.
Y luego..., llegó el ocaso,
llevándonos al cruel fracaso
del fuego,
ardiendo las vidas.
Ya no fueron alegres los pasos,
se nublaron
tristes las pupilas,
cayó la emoción
hasta la tortura
al tiempo del abandono.
¿Acaso no fui fiel a tu postura?
Me embarqué en tus sueños... Perdono
si perdonas mi viaje a la locura.
Podemos crear un día hermoso
donde no haya batallas ni guerras;
podemos aún hacer precioso
el paraíso en esta tierra.
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