Imagino un castillo,
imagino una princesa
que llora entre las rejas
al vaivén de su destino.
Un caballero andante
cruzando torpe el reino
en busca de su amante...
La culpa será del buen vino.
Imagino al hombre cautivo
por no pagar impuestos
al cruel rey de los muertos...
Antaño rey de los vivos.
Lamentando seguir cuerdo
y no ser un peregrino
haciendo el Camino
en memoria de sus padres.
Se nos muere el Reino,
princesa, se nos muere,
porque ya nada sucede
que no sean calamidades...
No hay Dios que lo remedie,
ni herederos de pura sangre,
solo bastardos furiosos
por saquear los despojos
y comerciar con el hambre.
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