Vacío estoy por dentro
después del esfuerzo
por agradar a la gente...
Reluce mi cara
de sonrojo y me hiere
como espada el viento
al notar el sufrimiento
de los aquí presentes.
Porque me hiere el viento
camino entre la hojarasca
descalzo y desnudo, lento,
en la oquedad de un mundo
oscuro que me devuelve
a la travesura infante
y transforma mi rostro.
Quise derrotar al silencio
y me acostumbré al grito,
al recuerdo en eco
que golpea mi mente
y la encierra en su castillo
del pasado... Y grito...
Grito a las ataduras
del ayer roto... También mañana
reviviré andanzas quizá de otros,
de un tiempo pretérito
y me veré maldito
anunciando por el barrio
mi propia muerte.
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