Sabía, tras el fuerte terremoto, que moriría bajo los escombros de la casa. Ya solo me quedaba rezar y esperar un milagro al azar, o que mi alma se perdiese como un náufrago en el ancho mar... Y pienso en el más allá... Todavía respiro, y no quiero morir... ¡No, tan joven, no!.
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