Aroma de tierra
que respiro ahora,
mañana de lluvia
en la calle gris,
una mañana...
En el Casco Viejo.
Y miro el reflejo
de tristes escaparates
que el llanto devora
mientras despierta, turbia,
la zancada del paseante
al grito de mi garganta.
Los miro sumiso,
con curiosidad de niño,
y los confundo en el guiño
de una paloma plomiza
que come algo del suelo
para desaparecer al vuelo
al hueco de una cornisa:
Me quedo solo, con lluvia,
sabiendo los charcos que piso
en un estreno de zapatos nuevos,
y me digo: No tengo prisa
para huir por las aceras
si dispongo de una sonrisa.
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