Cumplido el gesto ante los vivos
una mariposa vuela al azar
de una rosa justo el nido,
se abre ante el dilema
de una flor,
aparece tierna en el estío
sin distinguir el camino
que anuncia su batallar
otra jornada sin brillo.
Es en lo ancho del espíritu
donde luce
el palpito
de un sol pintado en horas
de un tiempo que enarbola
las agujas del sufrimiento.
No queda agua en el aire
que sacie de sed su boca
en medio de este desierto
grave de fuertes rocas.
Y se adivina temprana
su muerte.
Acaso en la próxima aurora...
Tendré presente el instante
y le escribiré una oda
a sus alas rotas... A su suerte.
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