Justo he hallado la huella
de la primera primavera
que resulta en el génesis soplo
en el hombre, chispa de fuego;
y conté por nueva estrella
la sonrisa en tu rostro
suponiendo que fuese rastro
dejado por aquella estela
de lumbre en el asfalto.
Te miré como te miro,
mujer, pareja en el encanto,
y dibujé en tu desnudez un garabato
cuando me vino el entusiasmo
de tus pechos erguidos y bravos:
Di por empezado el día
cuando bajo las sábanas se retorcían
nuestros cuerpos desnudos y sabios
buscando la caricia entre las manos.
Surgió de pronto un poema
recorriendo alegre por mis venas
los alrededores de tu entorno
y acabamos entrada la noche
como en una película porno
acariciados junto al pecado.
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