Llévame al paraíso, muchacha
que desnudas el cuerpo...
Enséñame la caricia del beso,
y dispón la piel sedosa
a mis manos que juegan
en el umbral del pecado
al vuelo de una mariposa.
Llévame al paraíso...
Del jardín prohibido
búscame la rosa
de entre la flora
verde y roja...
Que quiero la más hermosa
de las flores en tu pelo,
mientras adivino en esas pupilas
el dulce sabor de la vida
cuando confluye un anhelo
y la luz alcanza el cielo
despojándose de la sombra.
Que quiero de la alondra
el vuelo, libre de piruetas,
de la montaña a la meseta,
en el valle, junto al riachuelo,
que quiero de la alondra...
tu mayor deseo.
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