Es en la escarcha suave
de la mansa primavera
donde reflejo la pena
de la amarga soledad.
Justo brotan las flores
y se hace la hermosura
me corrijo en la vida
buscando quietud en el alma,
pero solo la lágrima
sucede en mis pupilas
tocando el techo de amargura
al saber del pecho cuando miran.
Ya no sé el camino al retorno
de la alegría, soy llanto,
hombre etéreo, simple espanto,
y me dejo llevar por momentos
a la palabra, sin aliento,
mientras relego el entusiasmo
al rincón de los sueños
haciéndome cada vez más pequeño,
sencillamente a ras del barro.
Quisiera contemplar el rayo,
oír el trueno que dijera:
no eres criatura ningún extraño
solo tienes que mirar al cielo
para ver la nube del solitario
dibujando corazones blancos.
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