Quiero sentir tu mirada
en la luz de mis pupilas,
conocer dulce el aroma
que en los labios acaricias,
y sentirte en la delicia
del beso en su juego.
Te siento apenas,
pequeña,
cálida cual una sirena,
y me presto a tu arrullo
para disipar la pena
dibujada en nuestro mundo.
Cómo dispersar la duda
entre la caricia
de los dedos,
si lo que yo más quiero
es unir nuestras vidas
bajo la pizarra del cielo;
envolverte en el susurro,
hasta que te hagas idea
de la claridad suprema
y luzcas sutil diadema
entre el brillo de tu pelo.
Hagamos,
entonces,
esta primavera
un espacio para el encuentro
entre la palabra,
el silencio,
y el viento.
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