En el mundo no hay silencios,
solo esperas y largos vientos
de una incierta batalla
que cruenta nos acompaña
desde el origen
de los tiempos.
En el mundo no hay silencios,
unas míseras palabras
que despiertan al hombre
al reino de los necios.
Y entonces miré a los ojos
de los niños que son más tiernos:
Les entregamos el fusil,
el cuchillo... Hasta el infierno.
Pero aún creo en tí, criatura,
porque en vida me asombras
teniendo vivo el sueño
de elevarte a las alturas
con ese alma de alondra
dibujada en lo pequeño...
Pienso que contigo, todavía,
la humanidad tiene cura
para alcanzar
el Reino de los Cielos.
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