resbala entre dudas
con el rostro recogido
para mostrarse bajo el frío
criatura de cierto empaque;
así asume su ternura
al amparo de la madre:
Es ser vivo, nada cobarde,
y explora en libertad
los contornos del follaje
entre claros y manantiales
del bosque que lo cobija.
Y juega con sus hermanos
cuando cae lluvia fina
que impregna su duro pelaje;
este jabato, alegre y magno,
este salvaje marrano
agrada al paisaje
entre flor suave y su pequeñez,
abriendo los ojos al aire
del sueño de su coraje.
El jabato resbala y espera
en el barro donde retoza
entrada ya la primavera
en el corazón de las cosas.
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